Lo planeaste con ilusión… pero el stream se cae

No todos los directos salen como los imaginamos. ¿Qué hacer cuando eso ocurre? ¿Y qué pasa con esos juegos sorpresa que triunfan sin esperarlo? Cuando todo se tambalea… o brilla sin avisar.

CREATIVIDADSTREAMINGTWITCHCONSEJOSSTREAMINGCONSEJOS PARA CREADORESCREACIÓN DE CONTENIDO

5/8/20253 min leer

Hay veces en las que tienes clarísimo lo que quieres jugar en directo. Tienes el hype, la ilusión, las ganas de compartir esa historia con tu comunidad. Te preparas con cariño, haces la escena, colocas las alertas, lo anuncias en redes… y cuando llega el momento de la verdad, plof. Algo no termina de cuajar.

A mí me pasó con The Witcher 3. Y no es que sea un mal juego, al contrario: me parece un juegazo que muchos consideran imprescindible. Pero por algún motivo, en directo, a mi no me funcionaba. El ritmo no se sentía bien, el chat estaba más callado de lo habitual, y aunque a mí me gustaba, empecé a notar que no lo estaba disfrutando. O mejor dicho: que no lo estaba disfrutando en directo.

Y ahí es cuando empieza el dilema:

¿Hasta qué punto insistes en un juego porque te encanta, aunque el contenido no funcione? ¿Y cuándo decides dejarlo ir, aunque te dé pena?

Aquella vez, como en tantas otras, puse en la balanza muchas cosas: cómo me sentía yo, cómo respondía la comunidad, si realmente tenía sentido seguir exprimiendo algo que ya no se sentía natural. Y aunque todas las señales apuntaban a que no estaba encajando, lo que terminó de inclinar la balanza fue algo muy claro: no me lo estaba pasando bien.

Y si yo no lo paso bien, el stream lo nota. Y eso afecta a todo.

Porque podemos hablar de números, de participación, de métricas... pero si hay algo que he aprendido haciendo directos es que tu energía lo es todo. Si tú estás disfrutando, aunque el juego sea lento, el ambiente se contagia. Pero si tú estás incómoda, forzando, queriendo que funcione porque debería funcionar, se genera una tensión silenciosa que nadie quiere vivir.

A veces es algo puntual y basta con aparcarlo para otro momento. Pero si en mitad del directo veo que no hay manera, soy sincera y lo cambio. Siempre con naturalidad, siempre anunciándolo, porque para mí la transparencia con mi comunidad está por encima de todo. Decir "Gente, no quiero seguir... vamos con otra cosa." es mucho mejor que quedarte encallada intentando sacar adelante algo que ya está torcido desde el principio.

Y también están esos juegos impredecibles. Esos que un día lo petan: el chat arde, los clips vuelan, tú estás metidísima… y al día siguiente, con el mismo juego, misma energía, misma franja horaria, parece que no arranca. No hay explicación lógica. Simplemente a veces pasa. Y es desconcertante, pero también te enseña a soltar un poco las riendas y a aceptar que no todo se puede controlar.

Lo bonito es cuando ocurre la magia al revés. Juegos que arrancas con cero expectativas (porque tienes el día payasito, porque querías pasar el rato sin presión o porque a alguien de tu comunidad le apetecía regalarte un simulador de ser brizna de césped) y de repente se alinean los astros. Te lo estás pasando genial, el ambiente es perfecto, la comunidad responde, y sientes esa chispa que hace que todo fluya. Son esos directos que no ves venir y que se convierten en joyas inesperadas (el de ser matojo de hierba curiosamente dio buenos números e interacción en el chat, aunque la jugabilidad, no mentiré, era limitadilla). Y cuando llegan, te recargan de una forma que ni el mejor planning podría haber previsto.

¡No puedes tener el control sobre todo!

Al final, hacer directos es un equilibrio constante entre lo que planeas y lo que realmente sucede. Puedes tener el calendario perfectamente organizado, haber elegido con mimo el juego y aun así… que no funcione. Y otras veces, aquel título por el que no dabas un duro, es lo que mejor conecta con la comunidad y contigo misma. Es frustrante, sí. Pero también es parte de la magia del streaming: esa mezcla de control y caos, de técnica y corazón.

Lo importante es no perder de vista lo esencial. Que estás ahí porque te gusta, porque disfrutas compartiendo, porque te emociona cuando todo encaja. Y cuando no, también vale parar, reajustar, comunicar y seguir. Porque de eso se trata: de construir algo que se sienta bien, aunque no siempre se vea perfecto. Y de recordar que, aunque a veces el juego no acompañe, siempre puedes ser hierba.

ENLACE AFILIADO: